Los domingos en Quillabamba siempre han sido tranquilos y constituían la mejor oportunidad para ir al estadio a ver los partidos programados del campeonato local, en realidad esta era además, una ocasión muy oportuna para poderse ver con todos los amigos en las tribunas y para compartir anécdotas y un sin número de diferentes ocurrencias.
Esa es la incomparable magia que tienen los pueblos pequeños, es usual que todos sus habitantes se conozcan entre sí y que existan personajes que destacaban por cualquier característica en particular. Allí en las tribunas del estadio, todos eran amigos, más allá de la pequeña rivalidad producto del equipo al que venían a alentar, un saludo de buenas tardes y las bromas muy animadas se empezaban a distribuir por las graderías.
Debo indicar además que los espacios no eran muy grandes y que con certeza las conversaciones que se producían en cada uno de los grupos se podían escuchar con claridad, porque era como hablar en un amplio salón de clases mientras trascurría el partido. Bromas de un lado y otro hacían muy ameno el domingo y las carcajadas sonoras no se disimulaban entre los asistentes.
“El Gringo Berg”, era un asiduo asistente a las tardes de fútbol de los domingos, aunque jamás lo vimos en la cancha como jugador. Alentaba con su mal aprendido castellano a cualquiera de los dos equipos de manera indistinta, lo que sin duda, siempre causaba hilaridad entre quienes lo podíamos escuchar. Solía escabullirse por los distintos grupos formados en la tribuna, haciendo preguntas y escuchando los comentarios de cada una de las jugadas que se iban suscitando.
- ¿Quaaaantas jugadorrresss pueedeeee tenerrrrr un equipouuuu? preguntaba.
- Once pues Gringo… o es la primera vez que vienes al estadio! Le respondía cualquiera de los presentes.
- ¿Y Quantou tiempooo duraaaa uno partidahhh? Volvía a replicar sin inmutarse en lo más mínimo por las cínicas y burlonas respuestas que recibía. Es que en realidad “El Gringo” muy querido por su ingenuidad, no obstante, debo precisar que en esos tiempos, las bromas podrían ser subidísimas de tono, pero no buscaban ofender a nadie, tenían únicamente la finalidad mantener el agradable ambiente de risas y alegría que es típico en los estadios de los poblados pequeños.
- Se juega en dos tiempos de 45 minutos cada uno gringo, 90 minutos en total si el árbitro no da minutos adicionales. ¿De dónde eres oye gringuito? ¿En tu país todavía no se ha inventado el fútbol?, ¿Por qué no regresas para el tercer tiempo? Le gritaban de distintos lados causando más carcajadas. El gringo seguía con sus preguntas que ya casi nadie respondía por completo, simplemente le decían: ya vas a ver gringo,,, por ahora guarda silencio….
Cosa que hizo finalmente porque no tenía respuestas, de modo que refunfuñando palabras sin sentido, se hundió en sus propios pensamientos.
Los “Uyyyyyyyy” eran usuales cuando el balón pasaba muy cerca del arco y la jugada llevaba una fuerte dosis de peligro. Luego de eso venían los comentarios de que tal o cual “fulano” debían haber entregado el pase mejor a “sutano” y que de haber sido así no fallaban el gol.
De pronto el gringo se acercó a nuestro grupo muy emocionado, casi gritándonos y reclamando nuestra atención porque, según él, había encontrado la estrategia perfecta para ganar.
A ver gringo, cuéntanos, le dijimos casi al unísono, y el gringo respondió:
- ¡¡¡¡¡Tu equipouuu tieneeee que marcarrr uno gol faltaaaando meeenos de uno minutoooo parrrraaah que terrrrmineeee el partidooou. De esaa maneraaahh el otrou equipou, ya no podrrrrá empaaaattaaaarrrrr!!!!!!
Mientras el estadio entero y algunos de los jugadores se retorcían de risa, ese domingo fue muy especial, porque la inocencia y nobleza de nuestro amigo “Gringo Berg” nos regaló la mejor estrategia que hasta hoy lamentablemente ningún entrenador ha logrado aplicar con éxito.
¡Hasta la Próxima!
El Flaco Helio.
El Flaco Helio: Es un blog de anécdotas que forma parte de las empresas de «Ideas de Éxito» (www.ideasdeexito.com). Las historias que se rescatan en estas páginas son recopilaciones de las vivencias de Helio Castañeda y son expresiones de carácter literario desde la perspectiva de su autor.
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