Ya escribimos algunas notas sobre esta mala costumbre y tal vez un pesado hábito, pero puede que todavía sea necesario escribir un poco más, porque tal vez solo tal vez algunas partes de nuestro cuerpo todavía tengan las ganas de postergar algunas cosas.
¿Sabes qué pasa cuando postergamos algo?, nosotros mismos nos estamos disparando a los pies, estamos renunciando a lo que por esfuerzo, por gracia y por derecho nos corresponde y le decimos al mundo que no nos merecemos, lo que el mundo nos quiere conceder. Le decimos al destino que todavía no estamos listos, que apunte en otra dirección; porque estamos en modo pausa, en modo espera, en modo letargo, en modo PROCRASTINAR. Lo peor de todo es que al mundo y al destino no les hablaron de persistencia y no saben insistir y menos, si somos nosotros mismos los que andamos poniéndole las trabas a todo.
Cuando postergamos algo, nuestra mente poco a poco se mal acostumbra al relajo y a no querer cambiar, nos sumerge en esa situación que no nos agrada, pero de la que no hacemos nada para salir, la mente se acostumbra y nos hace creer que es normal y nos obliga a resignarnos, “será pues nuestro destino…”, “qué le vamos a hacer…”, “así será pues…” y nos convertimos en sujetos circunstanciales, en esos seres que andan quejándose por todo y de todo, robando energía, renegando por todo y por nada, que no hacen nada para salir del lugar en el que ellos solos se han metido. Por permitir que una mala costumbre se convierta en un pésimo hábito.
Deja de postergar, el tiempo es muy valioso como para desperdiciarlo, una vez que lo pierdes no lo vas a recuperar, así que haz un giro y rectifícate, reclama lo que te corresponde, has todo el esfuerzo que sea necesario para que las cosas ocurran, pon lo tuyo, por las ganas y el coraje que llevas contigo y deja que brote la fortaleza que llevas en la sangre y cambia cualquier mal hábito que haya anidado en ti.
Eres mejor de lo que imaginas, atrévete a convivir con una mejor versión de tu persona, toma las riendas de tu propia vida, elije tu propio destino y deja de postergar.
¡Hasta la próxima!
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